Recuerdo mi niñez inmersa en varias formas de buscar diversión: jugando con juguetes, juegos, mi imaginación; viendo dibujos en la TV, abriendo y cerrando libros y enciclopedias, leyendo cada vez más y viendo un poco menos las ilustraciones, entre toda esa vorágine literaria recuerdo mucho las revistas, entre ellas Selecciones y PC World. No podría decir que una de las dos me gustaba más que otra, pero recuerdo que leía sobre todo, el nuevo release de Windows, el último lanzamiento de Apple, los nuevos videojuegos que habían salido (esto me emocionaba más que nada), viendo el último diseño de mouse, teclado, mando de videojuegos o controles de auto, me fascinaba todo, todo de ese mundo. Leía de marcas, unidades de medida (MHz, Mbps, MB), modelos, generaciones y no entendía nada a veces, pero me encantaba leer sobre eso, sentía que sabía más, que iba entendiendo, todos esos artículos para mi eran como un best seller, me devoraba las revistas, aunque ya fueran pasadas, tenía cientos de ellas y siempre me llevaba una a donde iba.
Cuando conocí un teclado no pude hacer sino teclear hasta que me botaron de allí. Jugué mi primer videojuego a los 5 años, gracias a mis primos.Aprendí a ensamblar una computadora, a usar programas de diseño, ofimática y a programar en mi educación secundaria.
Me veo hoy, años después, leyendo un artículo sobre una batalla legal entre Oracle y Google, hoy en el 2021. Leo sobre marcas que conocí de niño, algunas nuevas, y no deja de venirme a la cabeza saber qué pensaría de mí el yo del pasado, y siento que me gustaría conocerme y aprender de mí.
Procuro no usar el “yoísmo”, porque es odioso. Pero me siento orgulloso, y siento que toda aquella persona con pasión debe romperse las manos por aquello que le hace brillar los ojos. Me pregunto si algún día viviré “el sueño”, pienso un poco, recuerdo, y me doy cuenta que lo vengo viviendo desde que fui bendecido por hacer lo que amo desde que fui un niño, y hoy lo sigo viviendo.
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